En cada momento de la vida, estás tu.
Metiendo tu cuchara y dándole sabor,
siendo la sal o azúcar o el color azul,
de ese cielo que escapaste al amanecer.
Desde pequeño tomaste la forma de mi madre,
de la compañera mas molesta de la clase,
y de aquella profesora solterona,
que no tenía ni siquiera un perro que le ladre.
En la pubertad fuiste el motivo de mi curiosidad,
tomaste la imagen pura de la vanidad.
Eras mi compañera de juegos, mi transición,
porque fuiste la que me rompió el corazón.
Eres la luna, la fortuna, la estrella,
eres el cielo, la luz y la primavera,
eres la vida, la herida, la bella,
la fuerte, la niña y la señora.
Eres el motivo de existir de la humanidad,
de la tristeza y de todita la felicidad,
la desdicha, el placer y el amor,
eres mujer, lo mas hermoso que Dios creó.
Eres la excusa perfecta para no dormir,
y te culpo también de mi manía de pecar,
eres sencillamente la razón de mi existir,
eres sencillamente la persona perfecta para amar.