Una sonrisa se entorna en su rostro,
brillan sus labios reflejos de júbilo,
los ojos dicen lo oculto del alma,
lo que revela el secreto del gozo.
Es el azar que ha golpeado a mi puerta,
en un presagio de hechizos que turban,
nada más cierto, ni bello ambiciono,
que su regazo tan tierno y tan suave.
Las flores saben de fe y esperanza,
el regocijo es un bálsamo dulce,
son los aromas que aspira mi esencia,
las aves saben y cantan contentas,
alegres trinos pregonan al viento.
Y las estrellas conocen los sueños,
del cielo envían fulgores felices,
nada mejor que vivir el encanto,
el corazón conquistado lo siente.
Lupercio de Providencia