En esta bendita tierra de nadie
y en el mismo instante, de todos,
no hay quien se ponga en marcha ni que pare,
se está a favor y en contra de "los toros".
Los pobres, ajenos a las contiendas,
siguen saliendo al ruedo y muriendo
bajo las maniobras más sangrientas,
mientras tiemblan al aire los pañuelos.
¡Que pena da el olvido en las praderas
el hocico húmedo entre las flores,
las ubres sonrosadas y repletas
los cayados, los perros, los pastores!.
Los ojos soñadores de un ternero
siguiendo a ese mayor en quien confía,
¡que ajenos a la humillación y al miedo
a la cercana muerte, a su agonía!.
El clavel, con el toro, se desangra,
aquel clarín, con su mugido, llora,
hasta el sol en la arena se derrama
vida o muerte son la misma cosa.