No erréis al desarropar vuestra piel en mis brazos,
Al cometer lujuria en el exorcismo de mi lengua.
Agasajad mis poemas cerca de la lumbre,
En el cálido acertijo de un verso,
Que os dice sin mediar al oído,
Se desliza por vuestros labios 
Como un delfín alegre y risueño.
Hablad al poema en medio de la noche,
Entre cándidas velas que arrecian al viento,
Y desfiguran las letras al leerlas.
Contad hasta tres, y esperar que el sueño 
Pierda el polvo y las piedras que pisan 
En lo alto de un altar. Aferrad vuestra inocencia 
En las sabanas que sufren nuestros sudores,
Dejad que el lobo que aúlla, sean mis gritos 
Que os poseen y os hacen mía cada noche 
En las Posadas de mi lecho. 
Amad los renglones de mis versos,
Cautivad el poder que se esconde 
En este amor loco, en este amor que muestra su insania,
Y se aferra a los huesos hasta poseerlos.
Decirme desde el atlas que veneran mis viajes,
Que cada letra os produce satisfacción,
Que cada letra se posa en vuestras alas 
Que os hacen dueña de mi corazón.
No erréis en la fría y oscura noche 
Que el vagar de la soledad no os mortifique,
Pensad que mi voz está impresa en mis poemas,
Que en mi cabalgar por el Rocío de vuestro cabello,
Están mis desusados dedos dando os calor 
Ofreciendo os mi desvelo, entregando os la sangre 
Que sirve dentro de mi como esclavo.
Dormid ahora que podéis, pues mañana 
Este amor serámás loco, este amor 
Solo acaba de comenzar.