Fue una tarde de invierno, en los nevados campos de aquél lugar,
Donde sentado en el tiempo y el insólito bosque
Un ángel se acercó y me besó en mi helada mejilla.
Me contó sobre la vida y la esperanza Pero también sobre la incertidumbre y el fin de todo haber.
El ángel de nieve me abrazaba fuerte
Mientras relataba, serio, la historia de mi existencia.
Y yo lloraba en sus brazos calientes y finos.
Cuando cayó la noche y el ángel debió partir
Un hermoso regalo me ofreció,
Pues se quitó las delicadas y finas alas
Y con una ingrávida sonrisa me las concedió.
Desde aquel día, cada gota derramada en sangre
Fue devuelta en forma de amor y fe.
Y yo, aprendiendo a sobrevolar los mares
Sin temer a la caída, me alejé en silencio,
Festejando el regalo que la vida, misericordiosamente me había ofrecido.