Contigo no existen fronteras,
no existen tiempos, no hay espacios
ni límites que contengan tu procesión.
El viento susurra tu nombre
al hacer danzar las hojas de los árboles,
mientras despide en el horizonte al día
y abre sus brazos a la inmensidad de la noche.
No encuentro estrella en el cielo
que no traiga consigo el recuerdo de tus ojos.
Cada una brilla más que la anterior
y juntas forman un río de luz,
en el que navega tu delicado fulgor.
Transcurre la noche serena,
mientras al no poder resistir más
me entrego a este sueño profundo,
rogando al cielo concederme,
aunque sea así, por un instante,
alcanzarte al fin en este viaje.
Corta me resulta esta noche,
para poder mostrarte mi amor.
Y es así que el nuevo día me sorprende:
ya casi puedo ver salir el sol.
Sin embargo una sonrisa se dibuja en mi rostro
al tener al sol en su máximo esplendor,
pues con su renacimiento trae consigo,
la promesa de nuestro amor.