Padre Nuestro
que estás en los cielos:
ablanda los corazones
que aquí ya se endurecieron,
devuélveles la mirada
a los que ahora están ciegos
de necedad y soberbia
y quieren envilecernos
con la más injusta guerra,
desatando los infiernos
sobre la faz de la Tierra.
Venga a nosotros Tu Reino:
el de la paz, la justicia,
líbranos de la inmundicia
de quienes quieren perdernos
en una lucha de hermanos.
Señor, quita de sus manos
las armas y la codicia
con que quieren sepultarnos
en un piélago de horrores,
de infamias y de estulticia.
Danos a todos el pan
nuestro de cada día:
el de la fraternidad,
la fe y la sabiduría,
en América, en Irak,
en Madrid y Alejandría.
Líbranos de todo mal
pues todos somos tus hijos
y queremos vivir en paz,
tranquilidad y armonía.
Y a esos que nos agreden,
perdónales su maldad,
su ambición y su ceguera
que no comprende que el mal
se extenderá sin piedad
por toda la Tierra entera,
haciendo esta primavera
un cataclísmico invierno;
no permitas que el infierno
se trague a la Humanidad,
Padre bendito y eterno.-
Eduardo Ritter Bonilla.