La hipocresía confluye una frase perfecta
con un exacto momento,
al tiempo que las acciones
trituran a aquel noble caballero de papel.
Pues hipócrita es
quien concede una sonrisa a un ciego,
mientras la indignación es percatada por un sordo,
a la distancia.
La mentira es inexistente,
escapa a su visión
escabulléndose en su interior.
La falsedad es su bandera,
su himno y fiel representante.
Ni un discreto nerviosismo,
ni una mínima tensión en su palma
que sin conflicto,
le impide balbucear,
y proseguir así sosegadamente
su estribillo de falacias.
La armonía de sus palabras, lo confunden,
y usted es enmarañado por versos carentes de lógica,
engañado por partituras sin sentido.
Y usted, muy tonto,
sin confirmar la verdad,
se creyó una persona tan bella
como perfecta e irreal.