El hombre que fui,
suele estar esparcido, donde los silencios
se mezclan con las mortajas del alma.
El hombre que fui,
tal vez quiso y se enterò tardiamente
que el amor miente en penumbras
y balbucea verdades a la luz
de ciertos hechos.
El hombre que fui,
el solamente cenizas,
fieltro, armazòn y coraza,
su carne es yerta y su piel
fragmentos desesperados
del amor que lo catapultò
a las tinieblas.
El hombre que fui,
padece el tiempo real y
alega sumisiòn
en los sueños de su estirpe.
El hombre que fui,
quizàs, quedò atrapado
dentro del laberinto fugaz
de tu amor ensimismado,
por la necesidad de tu ego
y el orgullo de tu fotuna
amanecida.
El hombre que fui,
habla en pasado y sufre
este presente de nostalgias,
de melancolìas sueltas
en papeles plateados
de algùn poema,
callado y oscuro.
el hombre que fui,
fue,
no existe ni vive,
no habla, ni perdona,
solo maneja los tiempos,
esos tiempos inertes,
donde la soledad
le pregunta a cada rato,
por ese amor,
que lo vistiò de dandy
y lo cubriò de mentiras.