Minuto a minuto, transcurre
la historia del mundo entero,
minuto a minuto, se cumple,
de cada cual, el destino.
Lentamente se desliza
el tiempo por nuestras vidas
y aquellas cosas queridas
que deseamos permanezcan
con nosotros para siempre,
el mismo tiempo, inclemente,
se las lleva, con dolor.
Minuto a minuto, pasan
nuestras oportunidades
y aprovechamos el tiempo
o, quizá, lo derrochamos
en torpes frivolidades.
De minutos van formadas
las horas de nuestra vida,
las horas se vuelven días
y los días se hacen semanas;
las semanas se hacen meses
y los meses suman años
a una efímera jornada
del humano por la vida,
casi siempre, malgastada.
Se vive, minuto a minuto,
y los minutos se acaban;
el tiempo sigue su curso,
se van cumpliendo las fechas
y las oportunidades
se agotan, se nos escapan.
Se van cerrando las puertas
en nuestra ruta marcadas
(a nosotros reservadas);
también las alternativas
se vuelven más limitadas.
Ahora, la lucha es diaria
y muy escasas las opciones
mientras, en los corazones
de los pocos enterados,
esos minutos contados
tienen máxima importancia.-