¡Con qué ansiedad! Esperaba ya verte llegar presencia mía envuelta de goce y de mil deleites retenidos en la mitad misma de mi propio tiempo, te veía desde mí con tu traje de lujurias, en tanto a solas te aguardaba en silencio entre la quietud de mi noche y el amanecer de tus sombras, quería sentirla, saberla a ella, yo sólo, más allá de mis pasos, en ese aliento embravecido que brota iracundo en medio de su voz adormecida; ¿Cómo eras? en mi quietud preguntaba cada vez que a lo lejos parecía escuchar el letargo de tus pasos, te oía en el lento trajinar del viento que acaricia, estabas. y no eras, no llegabas hasta mí; todavía no. Aún así confiaba en mirarla, buscaba verle la cara, conocerla a través de ella, percibirla a los ojos para traspasarme inesperado, yo solo, para quedar junto a ti en la angustia, en la vida. en mitad de tu propia sombra.