La masa cerebral que ha absorbido
toda imagen de mi vida
y que refiere a una casuística única,
mantiene un deseo al que protege el cráneo óseo
de cualquier acción del exterior:
libertad.
No me importan las guerras, si a ellas hay que acudir
y aquí en este frío invernáculo usado de intendencia,
reposan cuerpos de batalla inmóviles,
cubiertos de una sábana inerte.
Yo ahora, deseo vivir,
aunque sucumba ante la humanidad
o bajo la esclavitud del arma que me abatió
Allí, en aquél frente de lucha, en donde terminó mi vida
y aunque no pueda discernir bajo esta oscuridad,
siento amor por mis enemigos.
Así, en esta soledad envejezco
en tétrico cobijo
y mi piel, replegada entre los huesos,
sumisa
pide paz, solo paz
por favor paz.