Toro por demás "toreado"
en el ruedo de la vida,
ya no "embisto" a la primera,
pues conozco las heridas
que, en la imprudencia, nos dejan
(como un par de banderillas)
el rejón y las faenas
de las artes femeninas.
Soy precavido en el juego,
conocedor de las tretas
y vaivenes de la lidia.
Ya observo "a toro pasado"
y por detrás del burladero
a los jóvenes impetuosos
que "toman la alternativa"
y, en sus lances impacientes
y "pases" de fantasía,
reconozco mis pasadas
e inmaduras correrías,
cuando aún "le entraba al toro"
con imprudente osadía,
ansioso por la conquista.
Ahora veo desde los palcos
y los tendidos de sombra,
a "toreros" inexpertos
arriesgar, en sus corridas,
no sólo suerte y dinero,
sino hasta sus propias vidas.
¡Ay, Amor! tan traicionero
y mujeres tan fementidas
que, al conjuro de un "te quiero",
nos causan mortal herida.
Hoy, la sangre, por mis venas,
ya no corre enardecida;
yo ya he "toreado" las penas
y he sanado mis heridas.
Ahora sólo veo los toros
en las ajenas partidas;
aplaudo los buenos lances
y reconozco las pifias
y, con más maduros ojos,
disfruto de la corrida.-