Estaba la muerte acechando
bajo el crepúsculo de aquella rosa,
estaba sus manos frotando
bajo la negra capa que acosa.
Y no por si murmurando
y no por si acechando,
si no por aquel cuerpo
que sufría con gran espanto.
Y no te iras compañero
y volverás a sentir la vida,
pues todo cuerpo que enfría,
despierta al sentir amor y compañía.
Y vendrá una luz aliviando,
una luz limpia y divina,
que destruirá todo a su paso,
la muerte y su compañía.
Y volverás a ver las gaviotas,
y volverás a sentir la alegría,
te veras rodeado por todos,
y por todo aquello que tu querías.
Por fe se mueve el mundo,
por creencias las almas limpias,
por amor se creo la pureza,
y Dios el que nos guía.
Estaba la muerte acechando
bajo el crepúsculo de aquella rosa,
estaba sus manos frotando
bajo la negra capa que acosa.