Y un día me desperté,
soñando que soñaba,
que me fuí riendo
cuando por mi sueño andando marchaba.
A mandíbula batiente
de la lógica racional me reí,
y con el gesto de la victoria
ante mi espejo radiante me ví.
Me imaginé rauda y veloz como el viento mismo,
porque resultó que tenía vida,
y como la vida daba hambre
engullí un enorme plato de comida.
Tras eso ví el cielo a mis pies,
y lo atravesé como volando
viendo todo pequeñito
llegué al suelo planeando.
Surqué también los mares,
tiré al mar mis cadenas,
adios, dije, adios,
adios lógica y adios penas.
Resultó que un viento extraño me hizo volar,
y me ví dando lo suyo a cada uno,
adios, decía, adios a todos
o justicia para todos o para ninguno.
Y a lo que me dí cuenta,
pero cuenta de verdad
ví que me había convertido
en el turrón de navidad.
Así que volví a casa,
soñando que soñaba,
que había estado dormida
y que en mi cama despertaba.