Extrañas visiones tengo
de un mundo que aún no existe,
un mundo de maravillas:
bellos paisajes de ensueño
que las palabras del hombre
no alcanzan a describir.
Un mundo de extraña magia
desplegada en su existencia,
un aire diáfano y puro,
de horizontes majestuosos
y un aspecto celestial.
Pero, más que en el paisaje
y en su belleza exterior,
la diferencia se encuentra
en otra clase de detalles
quizá no tan evidentes,
pero de inmenso valor:
En ese mundo no existen
las diferencias de raza,
de credo ó de condición,
no se conocen el odio,
los recelos ni el rencor.
En él conviven las almas
en un fraternal amor
que ha desterrado los vicios,
la violencia y el temor.
Es un mundo luminoso
de un pacífico esplendor.
La gente ha vuelto su rostro
hacia el Reino de las Alturas,
trabajan las almas puras
en su ascenso espiritual
y progresan en conjunto
trabajando, cada cual,
por el beneficio mutuo
en ese, mi mundo ideal.-
Eduardo Ritter Bonilla.
24 de Agosto del 2006.