Con pasos elegantes te diriges hacía la cumbre
buscando los presentes que el destino te señaló,
no sabes de fracasos y menos de incertidumbre,
triunfalmente avanzas y, tu bandera se enarboló.
Con el alma rebosante regalas tu sonrisa al viento,
es realidad tu indeleble pureza que nació contigo,
en pleno día tu luz alumbra más en el firmamento
brillas junto al sol, como dorada espiga de trigo.
Sujeta en la entereza, tu avance es a pies firme,
cuanto orgullo despierta tu espíritu de grandeza,
esa fortaleza íntima, enriquece más que lo sublime,
leal a tus objetivos, vences vicisitudes con proeza.
Aun en adolescencia plena obras todo con acierto,
Quién diría mi frágil bebé, ahora es tan importante,
en velero de prosperidad va hacia un buen puerto,
ella es mi hija luchadora; con verdad deslumbrante.
Autor: Alcibíades Noceda Medina