En cuanto a lo sacrificado a los
ídolos, sabemos que todos tenemos
conocimiento. El conocimiento
envanece, pero el amor edifica.
Y si alguno se imagina que sabe
algo, aún no sabe nada como debe saberlo.
Pero si alguno ama a Dios,
es conocido por él.
Acerca, pues, de las viandas que se
sacrifican a los ídolos, sabemos que
un ídolo nada es en el mundo, y que
no hay más que un Dios.
Pues aunque haya algunos que se
llamen dioses, sea en el cielo, o en
la tierra (como hay muchos dioses
y muchos señores), para nosotros,
sin embargo, sólo hay un Dios,
el Padre, del cual proceden todas
las cosas, y nosotros somos para
él; y un Señor, Jesucristo, por
medio del cual son todas las cosas,
y nosotros por medio de él.
Pero no en todos hay este conocimiento;
porque algunos, habituados hasta
aquí a los ídolos, comen como
sacrificado a ídolos, y su conciencia,
siendo débil, se contamina.
Si bien la verdad no nos hace más
aceptos ante Dios; pues ni porque
comamos, seremos más, ni porque
no comamos, seremos menos.
Pero mirad que esta libertad vuestra
no venga a ser tropezadero
para los débiles.
Porque si alguno te ve a ti, que
tienes conocimiento, sentado a la
mesa en un lugar de ídolos, la
conciencia de aquel que es débil,
¿no será estimulada a comer
de lo sacrificado a los ídolos?
Y por el conocimiento tuyo, se
perderá el hermano débil
por quien Cristo murió.
De esta manera, pues pecando
contra los hermanos e hiriendo su
débil conciencia, contra
Cristo pecáis.
Por lo cual, si la comida le es a mi
hermano ocasión de caer, no comeré
carne jamás, para no poner
tropiezo a mi hermano. 1 CORINTIOS 8