Te niegas a comprenderlo,
no lo quieres aceptar,
pero te estás destruyendo
y a los que te quieren, más.
En actitud egoísta
y hasta, a veces, criminal
satisfaces tus caprichos
sin vergüenza, sin moral.
El alcohol nubla tu mente
y, noche a noche, lentamente
vas matando a tu organismo
con impávido cinismo,
en una forma imprudente.
Tu cómplice es la botella,
ya no te separas de ella
en esa alianza fatal.
Arrastras en tu miseria,
tu embriaguez, tu terquedad,
a aquellos que más te quieren
y te rodean, en tu hogar.
Víctimas de tu alcoholismo,
los orillas al abismo
en el círculo infernal
de la angustia, el pesimismo
y la desunión familiar.
No hay nada que te detenga
en tu camino cuesta abajo;
has perdido la dignidad,
la familia y el trabajo,
reducido a una piltrafa
sin rumbo ni voluntad,
lentamente vas rodando
y tu existencia condenando
en esa estéril ansiedad.
Te niegas a cooperar
con quienes quieren salvarte
y pretendes refugiarte
en las copas y la inconciencia;
has perdido la decencia
y el amor de los demás.
Tu ya no tienes remedio,
poco a poco, vas muriendo
a paso lento, cada día,
en una ruta sombría
con un trágico final.-