Entre la duda el pensamiento inquisitorio
resulta el destino que invade mi eterna pena.
Continuar el estimo hacia un amor ilusorio,
estoy próximo, cuya pureza reclama cadena.
Establecer un nuevo comienzo cuya esencia
reclamé en justificación del temor y la valentía,
en mi solo hay amor; valor esta con ausencia
y por amarte mi vergüenza esta en rebeldía.
El deseo es enteramente de mi propia esencia.
Otra vez acordamos; de nuevo comenzar
esclarecer la cuestión de la simple sentencia,
libertad de amar configuramos sin embozar.
La gracia en nosotros suspira con hipocresía.
El mapa erróneo nos señala remedio efímero,
dulce y fugaz pasión en un tiempo nos placía,
han perecido tantos actos coherentes lindero.
Sabes que eres perfecta en tantas maneras,
siento tu rostro y mi existencia desfallecer.
Una leve brisa suspira mis pesares viajeras,
en lumbre de esperanza tu reino puedo ver.
Profanas en mi delirio y aderezas realidad,
mi absurda alma me reclama más destreza.
Valorar el amor, donde proclamo sinceridad,
tu mujer; me matas con elegancia y sutileza.
Autor: Alcibíades Noceda Medina