A veces uno hace cosas porque todo el mundo las hace, no tan concientemente, pero hay algo en la “moda” que es la que nos hace entrar en su juego. Uno siente cierta curiosidad por eso que repite todo el mundo y hasta nos hace creer que es lo correcto. Se produce una intriga interna por saber el porqué de esa elección repetida y nos llama a que lo realicemos. Es tan minuciosa esa llegada a ejecutar eso que “la mayoría hace” que uno prácticamente piensa que lo hace por unas ganas internas, pero lamentablemente, hay todo un contexto social que interviene. Lo más probable es que caigamos rendidos a esta “moda”, por ser seres algo inocentes en ciertos aspectos, una inocencia de origen externo, que nos construyeron los medios de comunicación, las redes sociales, la sociedad, etc. Puede ser que estemos muy atentos a esto y no entremos en el juego, pero tenemos tantas otras cosas que nos preocupan y que, a su vez, nos debilitan y sensibilizan, que hacen una entrada más fácil de estas “modas” a nuestras vidas. Hay veces que nos sentimos cómodos con estas “modas”, en realidad, nos absorben y las hacemos cotidianas, pero hay otras veces que no se adhieren a nuestros gustos y preferencias. Es ahí cuando entra en conflicto la presión externa -¿social?- con nuestros sentimientos y/o pensamientos. Nos llegan asiduamente mensajes de afuera, que nos alteran la vida, y nos ponen en situaciones que a veces no queremos llegar. Por ciertas causas (externas y/o internas) se llega a entrar en la “moda” y puede ser que nos guste o no. A veces, simplemente, tenemos que probar eso que atrae a todos y ahí fijarnos si va con nosotros o no, y no únicamente porque es algo que hace la mayoría. Tampoco estoy de acuerdo con que se pruebe algo que nos perjudique, ahí hay que usar nuestra inteligencia y poder decir no más allá de todo. La vida esta llena de estas cosas, pero esta bueno de vez en cuando darnos cuenta de las cosas que nos pueden estar haciendo mal y ponerles un freno.