No se como puedo explicar esta sensación que me invade todo el cuerpo. Es como si dentro de mí, se encontrasen cientos de paneles de abejas y estas estuvieran intentando salir de este carnal errante. Al suceder esto, parece que mis órganos y vísceras no existiesen, para ceder todo ese espacio un corazón dolorido, roto y recompuesto por décima vez. Lo que si que puedo describir, es esa sensación de vacio espiritual que se siente al volver a fracasar. Mi campaña finaliza aquí, con las legiones descompuestas y la esperanza de los soldados, ya frustrada, les dejó hace ya varios meses.
Esta derrota se ve muy acompañada de lluvia y nieve, las cuales han sido capaces de calar y congelar los fervientes corazones y espíritus de estos mercenarios. Como es lógico, este hecho les preocupa, pero no les impide caer noche tras noche en los angelados y suaves brazos de Morfeo. Caen en ellos crepúsculo tras crepúsculo, por que saben qué en alguna de estas visitas, surgirá Cupido. Este peligroso pero divino dios, volverá a disparar su flecha química hacia un nuevo objetivo, haciendo así retornar a esos legionarios la fe en el combate, la superación y de forma inevitable, la tristeza y el dolor.
Cuando de nuevo se vuelva a producir la campaña, Dionisio dará un discurso sumamente lascivo a las tropas. Con esto, les pondrá extremadamente excitados, logrando así qué vuelvan a luchar fervientemente y sin temor.