Mirando, escuchando, observando, leyendo en el más absoluto silencio; puedo darme cuenta... que mal está el mundo. Y pienso en la visión de Enrique Santos Discépolo que por allá en 1934, ya vislumbra la mezquindad y esquizofrenia en el que la humanidad se revuelca y vive enceguecida entre los cambalaches de su inmunda existencia... sin ton ni son. Se perdió la moral, el buen gusto y el deseo de existir respirando aire puro, para perderse en el humo, la oscuridad y el bajo instinto.
La belleza siempre la confundieron tan facilmente por una imagen del momento comercialmente vendida, con falta de tacto, elegancia y delicadeza, desconociendo totalmente cual es la verdadera belleza y saber disfrutar de ella cuando la reconoce. Tanto ...que consideran delicado y bello a todo lo vulgar... en su mísera, desquiciada, torpe y débil vida. Por eso tengo tan presente la letra de Discépolo, cuando escribió tan acertado diciendo:
Que el mundo fue y será
una porquería, ya lo sé.
En el quinientos seis
y en el dos mil, también.
Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
barones y dublés.
Pero que el siglo veinte
es un despliegue
de maldá insolente,
ya no hay quien lo niegue.
Vivimos revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo
todos manoseados.
Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor,
ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador...
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
Lo mismo un burro
que un gran profesor.
No hay aplazaos ni escalafón,
los ignorantes nos han igualao.
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, Rey de Bastos,
caradura o polizón.
¡Qué falta de respeto,
qué atropello a la razón!
Cualquiera es un señor,
cualquiera es un ladrón...
Mezclao con Stravisky
va Don Bosco y La Mignon,
Don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín...
Igual que en la vidriera
irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remache
ves llorar la Biblia
junto a un calefón.
Siglo veinte, cambalache
problemático y febril...
El que no llora no mama
y el que no afana es un gil.
¡Dale, nomás...!
¡Dale, que va...!
¡Que allá en el Horno
nos vamo’a encontrar...!
No pienses más; sentate a un lao,
que ha nadie importa si naciste honrao...
Es lo mismo el que labura
noche y día como un buey,
que el que vive de los otros,
que el que mata, que el que cura,
o está fuera de la ley...
Pensamientos de la prosa:
Lina
Lagodecristalesazules
21/07/2017
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Letra de: Cambalache
Enrique Santos Discépolo