La tarde se transforma ante mis ojos
a medida que la noche marcha rápido,
más y más en la penumbra se iba entrando,
pronto al sol sus rayos se perdieron lejos
e impedían poder contemplar cupido.
El calor que irradiaba tu cuerpo, sentía
solo recorrer el mió, si veía tu sombra
de perfil reflejada en tu bella cara,
por la luz móvil que candelero expedía;
para no perderte cogí tus suaves manos
y estreche en las mías si la llama extinguía,
deposité suavemente en ellas vivo beso tierno
y rápido a tu corazón llegara más profundo
que una rosa sacada de un gran ramo,
la cual ocultarías por ser otra dueña.
Mis besos no necesitan abundante agua
sino caricias suaves y profundas de ensueño,
embriaguen nuestros descubiertos cuerpos
a la verdad dicha sin reserva o rencor,
que den más pasión a este intenso amor
profesado distinto al de otros tiempos,
y ya ebrios en pasión nos deslicemos
por el jardín de las espléndidas delicias
y de allá no volvamos para evitar dolor,
en cambio inundemos el corazón de amor.