En la selva de seres pensantes,
caminando, exponiendo el cuerpo,
arriesgando el alma...continuamos naciendo
para morir mañana.
Para morir mañana, con una interrogación
que queda, siempre queda, siempre ese misterio
se balancea en las ramas
de árboles erectos e indiferentes.
Selva verde o gris donde el azul se pierde.
Una encrucijada donde por sobrevivir se pelean
feroces, seres que nó saben que la vida nó es
motivo para escapar de la muerte.
Rugiendo hacia un final inminente,
tal vez queriendo espantar el terror y el miedo.
Miedo, inseguridad de pasar estrechos caminos,
llenos de sentimientos desconocidos.
Selva imponente, donde se vive, donde se muere...
se impone el poder, perece el débil, impotente,
sin poder marcar sus pasos en las arenas que tibias quedan, siempre quedan,
abrazando tan sólo los pies que firmes,
nó tropiezan.
La vida, la selva, recibe y despide
con un grito sordo...la muerte..
comenzar...entrar a la vida...irradiados
de la luz que nos dá la bienvenida.
Dejar la selva, áspera y fría,
encontrar que ésta nó es la vida,
mas la muerte que atrás se queda.
Entrar a la vida, sin oscuridad ni miedos,
ni frustrados deseos, vida sin limitaciones,
sólo plenitud...vida.