Cuán intrínsecas resultan las cosas,
Que en su natura
Poseen una innata fragilidad;
Por muy enhiesta que a la vista se yergan.
Pués aún del agüa
La trémula gota,
Si ante la imponente roca
Se mantiene constante,
Al final su alma horada
Y en mil pedazos la llega a romper.
Todo está supeditado en el universo
Con fina compostura,
En él no existe nada al azar;
Y como el vuelo de un ave
Suspendida en el cielo
Por invisibles cañamos,
En su omnipotencia y majestuosidad..
Igual, grácil
Puede caer.
No importa que lo contrario deseemos.
La verdadera fortaleza
Mi buen,
No depende exclusivamente
De la composición física de las cosas;
Si no, más bien,
De una cierta química interna,
La cuál para que ésta suceda,
Etéreos elementos la tienen que sucitar.
Sucinto sea dicho.
Existen tres elementos
Que el carácter de "fortaleza",
Al cuerpo le puede otorgar;
A saber:
Composición física, química y energética (cuanto);
En la adecuada interacción
De cada una de éstas.
Pero todas ellas resultan incompletas,
Y rayanan siempre el considerando
De "fragilidad", calificativo;
Si no las revestimos con metafísicas premisas,
Que humildes siempre descansan,
En : la fé, la esperanza y el amor.
Sin las cuales, estaremos siempre incompletos,
Y expuestos a los elementos.
"A mí dadme los viejos, los viejos caballos del tíovivo. Dadme el tíovivo clásico, el tíovivo con que se sueña en la infancia; aquel que veíamos entre la barraca de la mujer cañón y la de las figuras de cera. Diréis que es feo ,que sus caballos azules, encarnados , amarillos, no tienen color de caballo; pero? eso que importa,si la imaginación infantil lo suple todo? Contemplad la actitud de estos nobles caballos de cartón . Son tripudos es verdad, pero fieros y gallardos como pocos. Llevan la cabeza levantada, sin falso orgullo ; miran con sus ojos vivos y permanecen aguardando a que se les monte . Diréis que no suben y bajan, que no tienen grandes habilidades pero… A mí dadme los viejos , los viejos caballos del tíovivo.¡ Oh, nobles caballos ! ¡ Amables y honrados caballos ! Os quieren los chicos , las niñeras, los soldados .¿ Quiénpuede aborreceros, si bajo el manto de vuestra fiereza se esconde vuestro buen corazón? Allí donde váis reina la alegría .Cuando aparecéis por los pueblos formados en círculo, colgando por una barra del chirriante aparato ,todo el mundo sonríe , se regocija . Y, sin embargo, vuestro sino es cruel, porque lo mismo que los hombres ,corréis , corréis desesperadamente y sin descanso, y lo mismo que los hombres córreis sin objeto y sin fin…Y a mí dadme los viejos ,los viejos caballos del tíovivo". Este cuento de Pio Baroja , nos hace pesar ,nos obliga a meditar en esta historia ,aparentemente infantil. Releed el cuento y encontraréis un mensaje. Saludos.