Entre mis manos tibias, tus recuerdos,
en mis labios las huellas de tus roces,
sobre todo mi cuerpo tus caricias
en todas mis mañanas y mis noches.
Te has quedado prendido a mi existencia
como hiedra fundida a un muro frío.
Mis soledades se tiñen de tu ausencia,
soy la flor que agoniza sin rocío.
No he sabido olvidarte, no he podido,
en todos los intentos he fallado.
Tu aroma, tu sonrisa, y tus detalles
están donde se escapan mis suspiros.
Sé que no has de volver, porque te has ido
en un viaje que no tiene regreso,
donde no palpas mi corazón herido,
allá, donde no puedes darme un beso.