Busco a mi reina, a la enamorada mujer.
Si sufre, de algún modo tratar de proteger,
La que tanto amor demostró hasta el día ayer.
Estoy antes ella, pero casi nada puedo hacer.
No muestra amor, solo hay angustia en su mirada,
También en su rostro sobra desdén en su hora dilatada.
¿A dónde quedó aquella singular imagen, esplendida,
la pequeña, de la vida abundante, alegre y divertida?
Tome su rostro entres mis manos suavemente,
le dije: reina mía porque no eres como antes,
donde quedó la niña alegre de risas incesante,
que se mostraba dichosa cuando éramos amantes. Me invade remordimiento y angustia infinita,
¿qué puedo hacer, para que todo esto se revierta?
Alejarte fue tu voluntad, si nunca hubo reyerta.
Si deseas llenaré de amor tu alma sedienta.
Mírame a los ojos mi cielo, ya no mire el vacío,
si desde que te conocí, nunca nada te venció,
cuéntame tu condena, cuéntame tu hastío.
Amor: perdí a nuestro niño, que era, tuyo y mío.
Cuánto dolor y desazón invadió mi alma,
De alguna forma trate de transmitirla calma.
Cariño mío: siempre fuiste fuerte en tu lema.
Amor: hay tiempo todavía, la vida aun nos reclama.