Dictar lo que el corazón susurra,
tararear la alegría de la vida,
o cantar sobre la lluvia embravecida,
és la fragancia que me regalan tus días.
Saber que lejos de mí estarás,
que no me quedarán minutos en tus sonrisas,
que ya no sentiré tus manos encendidas,
me ensordece la locura, de olvidar que existías.
Luchar con el recuerdo de tus caricias,
vibrar con besos encantados de sabor a alegría,
enmudecer al verte , sabiendo que partiriás,
todo ello, se diluye en mis ojos de agua fría.
Y si en la distancia, me dijeras que me amas,
si me regalaras un sueño del que nunca despertara
si murieras al no verme, acudiéndo a mí al alba,
jamás se perderían, la pureza de dos almas.