Como tea encendida
Fue mi cuerpo una tea encendida
Elevando su llama al cielo,
Ardiendo por tus impúdicas caricias
Que provocaron al instante, mi fuego.
Se consumió mi cuerpo como brasa,
Dejando de mí, sólo cenizas,
Pero nunca se extinguirá la llama
Que por ti, un día, cobró vida.
Las lenguas de fuego tocaron el cielo,
Quemando cada una de las estrellas,
Calcinando todo sin pena ni consuelo
Y dejando en cenizas, mi existencia.
Tus manos y tu boca fueron el yesquero
Que transformaron mi ser en leña candente,
Tu boca avivó ese fuego
Y al instante, nos fundimos para siempre.
¡Contigo nada es imposible!
¡Contigo todo es pasión ardiente!
¡A tu lado sé que existo!
¡Porque eres el fuego que me enciende!
Provoca mis llamas con tu yesca Prende la mecha que te ofrezco,
Has que mi ardor crezca
Y quémate con mi fuego.
Olga de Rojas
Laboulaye
26 de setiembre de 2004
laboulaye
Córdoba