¡Cuántas poesías vírgenes y huérfanas murieron en el papel…
Por tanto armar en mi mente palabras, a manotazos y a granel.!
Quedaron allí sin palabras, tiritando solas como hijas mudas,
Intentando ocultar en el silencio de la sombra sus almas desnudas.
¡Cuantos versos tibios y esquivos de malos amores gaste en pavadas
Por andar de maula, queriendo seducir alguna que otra mirada.!
Refugiados allá en la sombra de tantos silencios, como hijos pavos
Que se creen libres de algunas cadenas, cuando se saben esclavos.
¡Cuantas canciones rancias y turbias, al silencio, se gritaron mal
Por querer codearme con algo que al fin, no me resulto especial…!
Desesperadas allí, se derrochan como hijas de la soledad,
Que buscan el remanso de mi voz atormentada, en la tempestad.
¡Cuantas cosas que dije y ahora para mi no tienen un sentido!
¡Cuantas letras que me arrancaba y solo fueron mas que tiempo perdido!
Si ahora no tengo las palabras justas para describir prolijo
Todo el mundo mágico que mueve en mi interior, el lauty, mi pequeño hijo.
Yo sé que no me queda ni siquiera un cuarto de todas esas cosas,
Que el tiempo sabio en un arrebato encantador se llevo sin premura,
Pero igual tengo una bien guardada y protegida y es la más hermosa
Porque es la sonrisa de Lautaro y es mi vida, es mi fe, mi locura.
Verte crecer frágil y despreocupado, con tu cara de luna,
Con toda esa satisfacción ¿Qué más a esta vida yo le pediría?
No me reproches entonces hijo mío que yo no te haya escrito una,
Porque sabes, mi pequeño angelito, que sos mi mejor poesía.