Sabes de mi enfermedad maldita,
Y lo difícil que es controlarme,
Padezco del miedo del hombre,
Que pone su vida en la medicina,
Sin embargo tú te empecinas,
En quebrar mi espíritu indomable,
No entiendo si no te importa,
O tú miedo te agobia,
Pero tú postura no me ayuda,
Sólo me lastima y ahoga,
Ven mi amor y abrázame,
Ya no hables ni pelees,
Debo encontrar mis fuerzas,
Para soportar lo que viene,
Serán días difíciles,
De trámites interminables,
De drogas que son probables,
Y aceptadas por mi persona,
Que con dolor será cambiada,
En estética y temperamento,
Ya no luciré firme mi cabello,
Este caerá por el suelo,
Y mi carácter adorable,
Se pondrá muy irritable,
Pero todo es consecuencia,
De la prueba a la que me someto,
Lucharé con denuedo,
Incansable y en silencio,
Y tú serás espectadora,
De aliento a mi sensibilidad,
Y podrás verme seguro,
Desde el piso levantar,
Volver a ser el de antes,
El que escribe sin parar,
Versos a toda dama,
Que los desee apreciar,
No podrá enfermedad alguna,
A este poeta doblegar,
Ya que cuando mis manos tiemblen,
Aún te podré dictar,
Y serás tú la escritora,
De versos que enamorarán.