Lo que antaño fue arduo escarlata,
incendio de amor, besos de ternura,
es ahora negro, color de amargura.
Y el bruñido oro, ahora es negra plata.
Recuerdo tus ojos ardiéndome, ¡Oh cielos!
Recuerdo aquél dulcísimo beso
que hizo, -¡ay de mí!- tu esclavo y preso.
Recuerdos todo... Oscuros anhelos...
Aunque tu ya no me ames, yo te adoro
y aún cada día, cuando anochece,
mis trémulos labios buscan tu llama.
No puedo evitarlo: pienso en ti y lloro,
y mi cabeza al verte enloquece.
Aunque me has matado, este idiota aún te ama.