Ahí estaban los dos, el uno al lado del otro, viendo una película que no veían, porque sus miradas entrecruzadas eran de mayor interés que cualquier relato que Hollywood pudiera contar, porque él al acariciar su cabello encontraba esa paz que solo le brindaba la música, porque ella perdida en sus pensamientos podía encontrarse a si misma, en ese momento, en ese instante ellos se encontraron, solo para tener una pequeña mirada mutua y luego perderse de nuevo, de nuevo en la inmensidad del momento..