Me gustaría quedarme sumergido,
Enmalezado, en mis calles del silencio
Invadido dulcemente por los tormentos de mis recuerdos
De mis viajes infinitos y sin vuelta
A la felicidad eterna que sus labios me dieron
Ya no lloro es cierto,
Pero el dulce fulgor del recuerdo de su mirada me mata de a pocos
El tiempo entre mis manos se acorta,
Y el viento cae
El viento cae soplando temeroso por mis mejillas,
Ruborizado tiernamente porque me trae su aliento,
Y a las hojas secas que me recuerdan el temblor de su mirada,
Quizás ya me sienta cansado,
Quizás ya no sienta mi cuerpo,
Quizás la triste espera se convierta en recuerdos,
Cuando el temblor de una mirada es el principio del final
Cuando los días del silencio me consumen por dentro
Ya no lloro es cierto,
Pero que más da, si en el silencio quizás encuentre a mi cuerpo
Ya no lloro es cierto,
Pero que más da,
Si mis labios aun siguen resecos.