Desnuda, más que impúdica, eres santa.
Destello en plenitud, pureza misma,
más blanca que un cristal o un raro prisma,
que dentro, poco a poco me quebranta.
Tu falda poco a poco se levanta,
surgiendo en mi interior silente cisma,
que al tacto de tu cuerpo cataclisma,
rasgando la dureza en mi garganta.
Un bosque virginal, bramante asoma
cuando en tu vientre trazo leve ruta
buscando ese docel de suave aroma.
Y solo hay una calma ya absoluta,
de extraña languidez, de suave poma,
de altiva incitación y dulce fruta. (2008)