"BEETHOVEN"
El genio de Beethoven caminaba
por las calles de pentagramas llenas;
cada paso una nota...
pululaba
entre claves de sol la sinfonía
cuando al "Claro de luna" se asomaba.
Las esquinas, becuadros adyacentes,
retumbaban su tímpano radiante.
Era Beethoven alma enamorada,
blanca y redonda, fusa y semifusa,
vagando introvertida en la confusa
ilusión del sonido crepitante
del fuego que a su alma consumía.
El alma de Beethoven era el alma
de un verdadero amante.
Una orquesta infernal lo perseguía
entre campanas rotas de diamante.
A cada paso lleno de platillos
sonoros y vibrantes, los timbales
eran tremendos coros celestiales
de vírgenes ignotas,
que a los ecos de lluvias siderales
cruzando el universo cual gaviotas,
estallaban en frescas melodías
como voces de Orfeón, angelicales.
El genio de Beethoven, una noche
de esperanzas remotas,
se olvidó de las notas exteriores,
del murmullo del viento galopante,
de los tiernos capullos de las flores,
del eco del relámpago furioso,
del cantar del caer de las cascadas,
de tocatas y fugas de los grillos,
de la monótona arpa de cigarras
y se elevó hasta el sostenido inmenso
del Firmamento-cosmos y dirige
desde ahí con frenética soltura
el coro de los ángeles que vige
la sinfónica azul del Absoluto.
Mas, nadie comprendió su desventura...
Y ERA EL MANTO DE DIOS SU PARTITURA.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC (Derechos reservados)