¡Ho… Pequeña! que poco me conoces,
estás en mí radiante como antes,
en mí tus recuerdos son atenuantes,
todo es igual como aquél entonces.
Ahora eres templo de mis nostalgias,
la realidad es otra y terminante,
ya no me postraré mendicante,
tal vez ya sería vana demagogia.
En definitiva, es el fin de la partida,
el tiempo en ambo es diferente,
de la diferencia somos consciente.
A lo mejor te amaré de por vida,
como tu amigo seré consecuente,
tu imagen la tendré en mi mente.
Autor: Alcibíades Noceda Medina