Olvido todo y contemplo sus ojos,
es un hechizo el besar de sus labios,
el corazón se me aprita de gozo,
en su regazo me embarga el calor.
Mi alma se funde con su alma infinita,
un solo fuego transforma lo eterno,
ciño su talle y se llena de júbilo.
Un lirio guarda el perfume anhelante,
la flor entona en su voz un suspiro,
una canción que estremece mi esencia,
y con un beso yo sello su boca.
En las alturas conversan los astros,
pacientes miran amor y dulzura,
por el espacio que extiende la luz.
Una sonrisa ilumina su rostro,
en el silencio se siente su dicha,
es la alegría que inunda la vida,
de su mirada se escapa el amor.
Lupercio de Providencia