¿A donde fueron las mariposas de mi estómago?

"Nunca seria socio de un club dónde admitiesen gente como yo"
-Groucho Marx-
Y las mariposas dentro del estomago,
tan inmortales y molestas… perfectas
que abatían mis metafísicos pensamientos hechos carne
al fin dejaron de revolotear, y fueron digeridas.
Sobreviví al mal amor
para confirmar que no existe mayor bueno.
aun así, cuan torpe y honesto como soy
sigo deambulando entre fantasmas y cigüeñas
entre ladridos de poetas meditando el valor de las últimas sobras
de oprobio y silente, tardío hastío de otra mano-humanidad benefactora
tan condescendiente, comprando con monedas una conciencia menos.
mía, menos retocada y distinguida, pero
secretamente tan visceral…
¡tan jodida!
El amor que muere no es un amor vacío ni desposeído,
sino la lagrima que desciende rauda
y asesina de esperanza por las mejillas
ruborizadas de otra iniquidad y más hastío de soledad y sin sentido
otra fémina silueta más que no pisa ya mis pasos
ni pretende meterme dentro de un frasco
Mil besos que me convirtieron de príncipe en sapo
consternadas y crepitantes sábanas
que olvidaron sus excesos
el agua vuelve a su cause
y la vida reposa muerta dentro de otro vientre
que osa arrebatarla del impío mundo moderno;
las catedrales se yerguen impávidas
mientras sus fieles retozan en sus atrios y escalinatas
ebrios y abandonados de si mismos
Un día más que concluye al revolucionar de un meridiano
y las mariposas hechas heces aun tratando de escapar de los escombros
y tu tanto como los otros tan agobiada por el qué dirán
no miras más allá de tus limitantes deseos de grandeza y vino
con tus miradas soslayadas y arrepentidas
me sigues matando cada día más en vida
lejos de pisar mi sombra como allende,
con tal osadía, vienes y vas
tal como aquel que en ti ya no existía.
ni recidía
No existe caos ni orden
que vapuleen ya tu herejía
me besas con la mirada y me odias cuan altiva
ocultando los secretos que nunca presencio la luz del día
la sangre en mis venas se transmuta en fruslería
mis palabras mal escritas y mi eterna ausencia
serán tu penitencia tardía
más aquí siempre reposan las memorias
de los onomatopéyicos sonidos
que brotaban tras tu sudorosa estadía
y en el pecho un enorme hueco
que no se si alguien a llenar se atrevería…
preso en el reducto
sólo en plena compañía
camino muy tieso y muy majo
sin mayor pompa
cazando alguna nueva mariposa que me brinde sosiego
batiendo sus alas y hundiendo ilusiones en el atlántico
produciendo espasmos al mundo con su elemental
y monótona envidia
clavándose muy dentro y descarnando
el corazón del insecto falaz
en el que al engullirme batracio.
a mi mismo me he convertido.