Sería en primavera
o pudiera que en invierno.
Cierto fue, porque lo siento muy cerca,
tan cercano, como la distancia que me aleja.
Una mañana o quizá a media tarde
emprendí camino
y construí un mundo que cabía en abrazo.
Ahora esa labor parece humo,
masa volátil sin identidad
y me alcanza la pena
si cabe, también el amor.
Quisiera entender
que del error se aprende.
O tal vez, en mí,
sea irremediablemente,
la condición de elección
la que me hace releer
las antiguas notas de viaje.
Allí de forma tenue
se asegura que fue un verano
pasado el ecuador de agosto
y de forma inesperada, sin mirar atrás.