Una tarde grís regresé de improvisto.
Recorrí sus calles, admirando su belleza.
Observe sus casas, vulnerables por el tiempo.
Sentí, parte mio, cada lugar.
Me empape de su aroma maternal,
ligado profundamente a mi vida,
a cada rincón de mi ser.
Resusité con su aire, con su sol.
Con todos los recuerdos que me provoca.
Mi barrio, mi querido barrio
no puedo desistir del deseo de seguir amándote.
De esta pertinaz agonia, que invade mi alma,
por soltar tu mano, cuando mis alas crecieron.
Nefasto fue el destino, que me aparto de tu lado.
Me sedujo, me envolvió en promesas,
y fue el culpable de mi inconsciente partida.
Pero no creas que quedó impune tanto desamor.
Aun te llevo entrañable en mi corazón.
Y sueño con volver a despertar en tus brazos.
Sentirme nuevamente parte tuyo.
Como lo fui en mi niñez.