No traspasa la noche
los muros
de la estancia,
no,
no se libera,
encerrada entre
los cuatro muros
vive prisionera,
no alcanza la luna
en su empeño
a iluminarla,
no descubre vidrieras
de colores que acaricien
la luz,
no alcanza a liberarla,
no llega el canto
de la alondra
a regalarle
aire de primavera,
no,
no le llega el canto
que a la noche ofreciera,
a los gruesos muros
sólo llega la hiedra
absorviendo
la vida
que descansa
en la piedra,
asfixiando a la noche,
que,
olvidada del mundo,
descansa muda
y ciega.
MARGA M.R. mar 68-M.B.