Siempre quisimos iluminarnos con luces sagrada,
esperamos con paciencia sacrosantamente.
Una vez más deseamos beber de la clara fuente
sin poder simular, pues reflejaba en nuestra mirada.
Se rozan nuestros labios dulcemente ansiosos.
¿Que manera inhibir los deseos primitivos?
Abrazado con cariño no mostramos activo,
En la luz de los ojos, ya está el deseo precioso.
Llovieron sobre ella mis palabras indiscretas,
poseído por arrobamiento sutil del momento,
las manos se buscan con empecinamientos,
con anhelo deseo, también busca la zona secreta.
Controlamos oportunamente el apresuramiento,
con temperamento, refrenamos a la efusión
qué, por un momento nos turbó con ofuscación.
Así nos libramos de un posible arrepentimiento.
Tal vez los dioses del amor, desde los umbrales
aplaudieron la repuesta adecuada condescendida,
recordándonos también, que en este pasaje de la vida,
hay tiempo suficiente, para gozar de actos maritales.