Bajo el claro de la luz de la alborada
los jazmines languidecen silenciosos
más se asombran del calor de mi mirada
y parecen sonreírme, lacrimosos.
Cuando cambio al instante el pensar mío
y me dejo abrumar por la tristeza,
reconozco que no es llanto, que es rocío
y comprendo que lo ha urdido mi cabeza .
Son ahora, solamente , flores blancas
que a merced de la lluvia y de la brisa
morirán , como mis palabras francas,
como muere ante el dolor una sonrisa.
No quieras más , corazón, siempre le digo,
pero él nunca me escucha, no hace caso,
aunque a veces le agradezco y le bendigo
que con ese sentimiento se abra paso.
Golondrina
noviembre 2012