Perdóname si no siento sensibilidad, muerto corazón,
La luz nace del mismo sol, indiferente.
Y es enorme la noche las estrellas escriben,
Sin entender ella comprenden también.
Como son la escritura este mismo instante,
Alguien me deletrea cundo se abren las cortinas,
Que costumbre tan salvaje, que risueño contacto,
Que yo sea tu secreto esta noche, todo lo que siento.
Esta noche entre sueños y en simbiosis perpetua seremos,
Uno solo, allá en los sueños.
El memento es el que habla,
Unas palabras sin promesas, unos besos sin amor.
La locura de un deseo, un suspiro,
Unas caricias exentas de ternura,
Unos brazos que te envuelven,
Desde el mar adentro.
Y estalla espumoso en la orilla,
Por un suspiro, un aliento.
Por una suave y rápida caricia,
Escapadas aquellas horas de alegría.
Perdida en la quietud de una agonía,
Cuajada de llantos y lamentos.
Noches sombrías del alma,
Que oscuridad anhelan,
Mientras lágrimas anegan,
Corazón yaciente en calma.
Fuego violento y abrumador;
sangre derramada a mi lado,
Besos esparcidos en todo mí alrededor,
De media noche, con la esperanza de encontrar,
Al fin tú estrella nocturna, de llenarme con su resplandor,
De tinieblas mi corazón.
Sueño cada noche en mi habitación, siempre,
cuando oculta la luna con su noche oscura y nítida.