III — HOY DESPERTÉ...

Hoy desperté
con el deseo a flor de piel
jugueteando en nuestra cama
como cachorro travieso;
las frazadas por el piso
son el claro testimonio.
Remolinos dorados se elevan hasta el cielo
remontando felices pájaros de otoño;
¡en sus círculos concéntricos
creemos ver girar el mundo!
La calma es momentánea,
todo vuelve a comenzar;
de sus cenizas renacen
nuestros ardientes anhelos.
De pronto se me ocurre
una locura de loco enamorado,
en ella te propongo
prescindamos de palabras remanidas
—que por repetidas ya cansan—
y creemos algunas que sean
sólo nuestras por siempre:
¡hagamos juntos
nuestro propio glosario,
escribamos con palabras propias
el nuevo arte de amar!
Digámonos aquello
que sólo el amor puede decir,
hagámoslo de tal modo
que sólo él nos pueda entender.
La calma es momentánea,
todo vuelve a comenzar;
de sus cenizas renacen
nuestros ardientes anhelos;
las frazadas por el piso
son el claro testimonio…
 
W.P.