Era uno más en el regimiento,
pero no uno como todos;
los ecos de su vieja gaita
aún resuenan
bajo las ramas desnudas,
entre humaredas fantasmas,
y el aire y nuestros pensamientos
se llenan con su recuerdo,
los viejos días de batalla,
los horrores,
aquel tiempo.
Era uno más en las filas,
pero llevaba al combate
su gaita y su sentimiento;
uno más de los caídos,
uno entre tantos, muerto;
una cauda de sonidos
como los tiempos, perdidos
en el pasado desierto.
Uno más en los recuerdos,
uno, sin vida ni aliento;
pero no uno como todos:
la gaita del regimiento
(ahora muda, solitaria)
una efímera plegaria
y una lágrima vertida
en la frialdad del monumento;
su sombra, desvanecida,
aún marcha en aras del viento.-