Oí su canto dulce ¡cómo cantaba, dios¡
tentadora sirena enamorando a Ulises;
no hay en el cielo voces de tal orfebrería;
no pude resistirme y caí entre sus redes.
Cuando vi su figura conocí la belleza,
¡qué cara, dios, tan bella, qué belleza en el alma!
delicado cristal las líneas de sus rasgos
y el iris de sus ojos un horizonte azul.
Y me fue envenenando su perfume envolvente,
paraíso de ensueño con los pechos desnudos,
desmayo de magnolias y maduros cabellos,
abstracción de pájaros y aleteo de sándalo.
Nos rozamos los dedos de yemas erizadas
jugando por la piel tersa de primavera,
mientras todos volcanes de la faz de la tierra
se encendían gozosos cerca de nuestros cuerpos.
Y se buscan las bocas con sus lenguas húmedas,
gustosas de pasión, de pasión alocadas,
porque el deseo arrastra a nuestro subconsciente
a perderse de noche por la piel de la luna.
Cuando vi su figura conocí la belleza exquisitos versos Angel Maria impactó sensualidad paraíso de sueños con los senos desnudos genial combinación de versos muy bien logrados como siempre poeta diversidad en tu inspiracion muy bien decorada. Un abrazo deseándote lo mejor es esta época junto a los tuyos. Cordial saludo