Todo mira, acercándose la nube.
Que por fin atenuaría la esquía,
la tierra esta sedienta. Las acequías
están vacías. La desolación conmueve.
Miramos los inmensos nubarrones,
luces de colores llenan el firmamento,
azota el viento acerca su cargamento,
algarabías se oye en todo rincones.
Nadie se guarece de la lluvia sagrada,
empapa el agua hasta nuestras almas.
¡Agua…! a grito, cada persona reclama.
La tierra absorbe la tibia cascada,
el viento no cesa su canto de vida,
por fin agua bendita, lluvia querida.
Autor: Alcibíades Noceda Medina